Transformados
En estos últimos 20 años, hemos sido testigos, activos, silentes o indiferentes de graves acontecimientos políticos y económicos que por pura casualidad e ironía del destino, comienza con la aprobación de una nueva Constitución Nacional, marcado por la tragedia de Vargas. Dos hechos, uno natural y el otro fabricado, ambos de consecuencias inestimables. Vivimos por mucho tiempo en la creencia de que siendo un país rico en petróleo y demás recursos naturales sería imposible que nos sucediera lo que han sufrido muchos de nuestros países vecinos y otros de mas lejana geografía. No somos Cuba, era nuestro lema. En ese descuido infantil, o más bien adolescente, propio de esos que saben que siempre estará allí su padre para enmendar cualquier travesura que hagan, nos mantuvimos distraídos en los centros comerciales y en viajes de placer, sin preocuparnos de las consecuencias de nuestro desdeño. Seguimos trastabillando en la inmediatez, suponiendo que con varias protestas a