Transformados

En estos últimos 20 años, hemos sido testigos, activos, silentes o indiferentes de graves acontecimientos políticos y económicos que por pura  casualidad e ironía del destino, comienza con la aprobación de una nueva Constitución Nacional, marcado por la tragedia de Vargas.  Dos hechos, uno natural y el otro fabricado, ambos de consecuencias inestimables.

Vivimos por mucho tiempo en la creencia  de que siendo un país rico en petróleo y demás recursos naturales sería imposible que nos sucediera lo que han sufrido muchos de nuestros países vecinos y otros de mas lejana geografía. No somos Cuba, era nuestro lema.

En ese descuido infantil, o más bien adolescente,  propio de esos que saben que siempre estará allí su padre para enmendar cualquier travesura que hagan, nos mantuvimos distraídos en los centros comerciales y en viajes de placer, sin preocuparnos de las consecuencias de nuestro desdeño.

Seguimos trastabillando en la inmediatez,  suponiendo que con varias protestas al día, a la misma hora, por el mismo canal y  unos cuántos muertos, de manera inmediata, "YA", nuestros administradores tendrían la decencia de parar el desastre en ciernes. Todo porque aun no despertábamos, aun no madurábamos que debíamos crecer y hacernos responsables de nuestras conductas ante nuestra posición política y creímos de nuevo inocentemente que bastaban nuestras carcomidas instituciones para detener a quienes desde el malandraje político actuaban,movidos por sus ansias de poder, sus implicaciones corruptas o su obediencia a ideologías foráneas o de jefes de narcóticos.

Tarde nos dimos cuenta que nada era suficiente y de que todo era necesario.

Qué enredo. Un gobierno que en otras latitudes, por menos de lo que está haciendo, hubiera renunciado en pleno y que sin embargo se empeña en no dar su brazo a torcer, aunque medien víctimas  por diferentes causas. Una oposición que se desliza erráticamente entre su necesidad de unión y su tendencia al enfrentamiento interno y en medio de ambos una población abatida y  desesperada que trata de sobrevivir a ambas opciones y a su complejo de culpa por haberles elegido...   Ese es nuestro saldo: Negativo.

No  obstante,  cuando  supe que las escuelas están solicitando ayuda  docente  de los representantes por la renuncia excesiva de sus profesores,  y oí decir a un reputado analista político que "la situación actual del país era tan inestable que es insostenible", es decir que inevitablemente cambiará por que no puede sostenerse en el tiempo, sugiriendo además el regreso a la familia y a su red de apoyo,  sentí esperanzas por que los acontecimientos actuales nos están alertando sobre dos pequeños y olvidados detalles sociales y el origen de nuestros males, el descuido en la educación y la familia.

Quizá no pudimos evitar el desastre actual, o pudiendo, confiamos en que otros y no nosotros lo harían,  pero lo que si sabemos es que se nos extraviaron los valores mas elementales que comienzan en la familia y en la educación  y que indudablemente generan ciudadanos responsables, conocedores de su entorno y decididos a hacer que las  mejores cosas sucedan. Lo sabemos, y como loros lo hemos repetido hasta el cansancio desde que éramos niños: La familia (y la educación) es la célula fundamental de la sociedad ", pero ahora debemos ponerlo en practica.

Por eso  cuando me preguntan qué va a pasar solo me sale decir que debemos "transformarnos". No vamos a regresar a ser lo que éramos,  ni vamos hacia un cambio político- social brusco. No creo que será así, más bien,  como toda sólida transformación, será un proceso lento y en nuestro caso doloroso, pero nos transformaremos, queramos o no. Unos conscientes y despiertos y otros inconscientes y dormidos, pero transformados.   No veo otra vía.



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