Nos toca ayudar
Este hombre nos ha impactado, nos ha hecho renacer las esperanzas casi perdidas, y nos ha involucrado en una alegría colectiva que podemos llamar el "Efecto Guaidó". Nos sentimos con ganas de hacer todas las cosas nuevas. Miramos alrededor y sabemos que seremos capaces de rehacer nuestras vidas y reorganizar al país.
Hasta ahora habíamos estado viviendo los eventos nacionales importantes, como siempre, como todos, con la ilusión de triunfo, que luego era arrasada por la terrible realidad de amanecer y encontrar siempre lo mismo. Veíamos como niños,que juegan una y otra vez con el guapetón del barrio, que nos humillaba con su chalequeo, como insistíamos en ganarle, sufriendo juego tras juego, la derrota y la burla, con la falsa expectativa de poder superarle en algún momento. Ante nuestro ojos vimos cada evento nacional importante, de manera expectante. Y cada vez, de nuevo observábamos las mismas acciones, quizá con nuevos actores, quizá para desarrollar en un lapso mas corto, nuevas palabras agregadas al mismo vocabulario mil veces empleado, quizá pequeños cambios, pero nada nuevo bajo el sol.
Parafraseando a Igancio de Loyola, el genio creador por vía de su propia experiencia, de los Ejercicios Espirituales, en una de sus reglas para aprender a hacer discernimiento, cuando ya sepamos como actúa el mal, por más que trate de ocultarse ante nuestros ojos con apariencia de bien, algo deja al descubierto que nos hace reconocerlo y en consecuencia podremos, con ese conocimiento que tenemos, manejarnos mejor ante él la próxima vez que se nos presente.
Eso es lo que veo en el recién aparecido Juan Guaidó, un fiel observador que nos muestra que por la observación y conocimiento de los errores se pueden hacer las cosas diferentes, de manera que en vez de quedar sorprendidos, podamos sorprender al adversario, enfrentarle en su terreno, con sus propias armas y vencerle.
Pero también está visto que él no puede solo, porque a pesar de que hoy escuché a líderes jóvenes hablando de cambios, sin insultar a su adversario, con un vocabulario limpio y lleno de novedades, todo eso contrastó con lo que vi y veo a diario en mis conciudadanos.
Entre ellos he presenciado a los más extraños venezolanos que jamás hubiera querido ver. Unos que siempre fueron así y otros que se han convertido por fuerza de las circunstancias, en seres inadecuados, que no logran notar que también son necesarios para la reconstrucción.
Es cierto, hemos sido sometidos a las más aberrantes condiciones, impensables para un pueblo, ciertamente con muchas desigualdades socio-económicas, pero acostumbrado a ser y parecer rico, todo por el ejercicio sistemático y malévolo de dominación política, que por vía del elemental alimento, y demás beneficios, solo buscaban doblegar nuestra voluntad al antojo de quienes administraban la factura del dominador. Eso no solo lo comprendo, lo he vivido.
Sin embargo ya es necesario que se entienda que Guaidó no puede solo, es más que ningún gobernante sea él u otro podrá hacerlo, si la población no entiende e inicia un proceso de modificación urgente de conductas negativas.
Guaidó no puede estar presente para indicarnos todo el camino que cada día de nuestros días debemos emprender; desde que nos levantamos y nos cepillamos los dientes hasta que vamos a dormir cada noche. No. Somos nosotros los que tenemos que colaborar para cambiar la cotidianidad grosera, oportunista, bachaquera y mediocre que detestamos, rechazamos pero que tenemos que admitir, que practicamos con frecuencia.
Es necesario prepararnos para ser merecedores de una nueva Venezuela, esa en la que las cosas se harán distinto a como se han venido haciendo y cuyas acciones dependen casi en su totalidad de eso que ahora somos, una población ansiosa y esperanzada en aires de mejores tiempos!

Eso es lo que veo en el recién aparecido Juan Guaidó, un fiel observador que nos muestra que por la observación y conocimiento de los errores se pueden hacer las cosas diferentes, de manera que en vez de quedar sorprendidos, podamos sorprender al adversario, enfrentarle en su terreno, con sus propias armas y vencerle.
Pero también está visto que él no puede solo, porque a pesar de que hoy escuché a líderes jóvenes hablando de cambios, sin insultar a su adversario, con un vocabulario limpio y lleno de novedades, todo eso contrastó con lo que vi y veo a diario en mis conciudadanos.
Entre ellos he presenciado a los más extraños venezolanos que jamás hubiera querido ver. Unos que siempre fueron así y otros que se han convertido por fuerza de las circunstancias, en seres inadecuados, que no logran notar que también son necesarios para la reconstrucción.
Es cierto, hemos sido sometidos a las más aberrantes condiciones, impensables para un pueblo, ciertamente con muchas desigualdades socio-económicas, pero acostumbrado a ser y parecer rico, todo por el ejercicio sistemático y malévolo de dominación política, que por vía del elemental alimento, y demás beneficios, solo buscaban doblegar nuestra voluntad al antojo de quienes administraban la factura del dominador. Eso no solo lo comprendo, lo he vivido.
Sin embargo ya es necesario que se entienda que Guaidó no puede solo, es más que ningún gobernante sea él u otro podrá hacerlo, si la población no entiende e inicia un proceso de modificación urgente de conductas negativas.
Guaidó no puede estar presente para indicarnos todo el camino que cada día de nuestros días debemos emprender; desde que nos levantamos y nos cepillamos los dientes hasta que vamos a dormir cada noche. No. Somos nosotros los que tenemos que colaborar para cambiar la cotidianidad grosera, oportunista, bachaquera y mediocre que detestamos, rechazamos pero que tenemos que admitir, que practicamos con frecuencia.
Es necesario prepararnos para ser merecedores de una nueva Venezuela, esa en la que las cosas se harán distinto a como se han venido haciendo y cuyas acciones dependen casi en su totalidad de eso que ahora somos, una población ansiosa y esperanzada en aires de mejores tiempos!
Willmary Comus
Con aires de esperanza....
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