VISIBLE Y FRACASADO O INVISIBLE CON ÉXITO…
En política, “Clandestino”, es algo que se mantiene oculto o secreto, o
que es dicho y hecho de esa forma por temor a las acciones de las autoridades de
turno. Se practica especialmente para evitar represalias, mientras se intentan
proyectos que generen cambios en la hegemonía política imperante. Sin embargo
en el siglo XXI, para el político el silencio,
la falta de publicidad, la poca visibilidad en medios y hasta la a veces
necesaria clandestinidad, es la muerte.
Antes de que las redes sociales
abarcaran todo el mundo de la información, el político se hacía notar básicamente a
través de los llamados medios de comunicación social de masas, prensa, radio y televisión, aunado a discursos
callejeros, propagandas, volantes, escritos y panfletos multigrafiados en papel, vallas,
etc., lo cual le era suficiente para mantenerse conectado como punto de
referencia para los ciudadanos.
Hoy día, aunque no han
desaparecido totalmente, estos medios
pasaron de moda, están desfasados y con mucho menor influencia en la población,
que un instantáneo mensaje en Facebook,
instagram, tweeter, o whatsaap. No es
posible la existencia política sin la utilización exponencial de las redes
sociales.
Entre los más jóvenes se dice que
quien no tiene un android, instrumento
necesario en esta materia, y por lo
tanto escaso o nulo acceso a las redes sociales, sencillamente no existe. No se hace visible en
su entorno y su presencia física incluso pierde importancia si no puede registrarla
o documentarla digitalmente.
Todos estamos expuestos y
exponemos a otros en las redes sociales, todos queremos publicar y que nos den tantos likes y
retweets como sean posibles, todos necesitamos ser reconocidos y todos queremos
dar la primicia, como los rudimentarios periodistas ciudadanos en los que nos
hemos convertido
Nadie quiere quedarse atrás,
todos quieren participar y creerse y hacerle creer al mundo, que aunque sea por
unos cuántos minutos todo dependió de él, de su fuerza, de su entereza, de su
valentía, o de su presencia en un determinado lugar, razón por la cual sucedió
o no sucedió lo esperado. Y además
también desea que el mundo sepa que si no fue el protagonista, puede
demostrar a través de una fotografía, un audio, un video, que estuvo muy cerca
de ese crucial acontecimiento.
Entre esta necesidad de hacerse
visible, pero que lo puede llevar a fracasar en acuerdos con sus contarios, y
la decisión consciente de hacerse invisible, con más probabilidad de tener éxito en ellos, pero
que trae consigo el riesgo, momentáneo o permanente de perder sus adeptos, su
tribuna y hasta morir políticamente, se debaten los políticos en Venezuela. Un
país que está siendo observado por todo el planeta, por todos los medios
existentes, pero cuya situación desesperante en todas las áreas de la vida
social, también exige cierto nivel de
ocultamiento que permita acercamientos dirigidos a vías de solución satisfactoria,
especialmente para su sufrida población.
Los psicólogos explican que es
absolutamente normal que un humano, dada su
condición de ser social, sienta necesidad de verse reflejado en el otro
y desear su reconocimiento. Por lo
tanto, es una acción natural publicar en redes y desear con ansias su
respectiva aprobación.
Siendo cierta esta afirmación,
hoy día es contra corriente mantener un secreto político en Venezuela (o
cualquier otra parte del mundo), porque nadie está dispuesto a ocultar la
información que podría catapultarle en popularidad, dependiendo del tema del
que se trate, del momento en que se exponga, de la fuente de la que se obtiene,
de la cantidad de personas a las que se difunde y lo más importante, de los “likes”
que se obtengan. Y aunque pudiera generar el efecto contrario, todos prefieren
correr ese riesgo, so pena de pasar desapercibido y morir.
En definitiva, debido a esa
necesidad colectiva de ser el portavoz
de la primicia, y dadas las innovaciones
tan aceleradas que se dan en materia de redes, aplicaciones y demás
instrumentos digito electrónicos, así como la dependencia o adicción a la
aprobación y a los emoticones, no estamos preparados para el secreto político,
porque ahora lo que se exige es la publicación casi en forma inmediata y de reality show,
de cada cosa que pensemos o vivamos: Necesidad que también por supuesto tienen
nuestros líderes.
Y es allí donde está el verdadero
reto de un guía político, en tiempos de millennials, tratar de sobreponerse a su
propia época y en asuntos tan serios como la posibilidad de encausar la crisis
económica, política y social más agresiva de nuestra historia, hacer a un lado
la moda que radica en la necesidad de publicarlo todo y entender que se
requieren nuevas formas para el necesario secreto en los acuerdos con los
contrarios, antes de que esté consolidada una posible solución o pasos al
entendimiento, que evite resquemores entre los ciudadanos en desacuerdo y por
consiguiente su lógico fracaso.
Por eso, de
ahora en adelante cuando pensemos que
este u otro político sólo quiere aplausos, aunque no aporte nada, o que estropea procesos
de negociación, es mejor que aceptemos que esto es normal… Lo raro sería que
este político, desde su madurez, sabiendo
la influencia que puede ejercer entre sus seguidores, solo expusiera lo que es conveniente para el
país.
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Willmary Comus
..Desde mis propias redes
23/05/2019
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