Los Partidos Políticos, allí donde murió la democracia.
Por Willmary Comus

Una historia de golpes... bajos.

Sin partidos políticos no puede haber democracia llegó a decir Medina Angarita, durante su gobierno, a pesar de que él representaba al segundo heredero del gomecismo, la continuidad de la dictadura más larga que había tenido el país hasta entonces. Ciertamente no concedió el voto universal, secreto y directo, que líderes democráticos exigían, pero inició un camino que  permitió la fundación formal y con ella la legalización y modernización de estas organizaciones, así como una intensa actuación de movimientos sindicales.

Paradójicamente su mandato terminó por un  golpe de estado, precisamente impulsado por esos partidos que nacieron con su estímulo y consentimiento, por razones que sus promotores validaron  en la necesidad de obtener definitivamente gobiernos civiles, y acabar con el militarismo,  que  profundizaría la tiranía cuasi acabada con la muerte de Gómez. Tal era la necesidad de la democracia en ese momento y de que fuese el mismo  pueblo quien escogiera a su gobernante y no el dedo de su predecesor,   que el fulano golpe se concretó al final y no al inicio del periodo. ¿Error táctico o mucha espera?

Por supuesto la violencia llamó a más violencia, y el golpe a Medina del 45 llamó al golpe de Gallegos en  el 48.  Claro,  la insistencia por tener un país democrático no cesó y es así como después de tropiezos y altibajos, la muerte de líderes de la política clandestina, el derrocamiento de Pérez Jiménez en 1958, y la unidad de los principales partidos nacionales en el pacto de Punto Fijo, se logra la deseada "estabilidad política" durante 40 años, desde 1958 hasta 1998.

Muchos errores cometieron los líderes democráticos de entonces y los que les sucedieron, en especial el de  la antidemocrática exclusión. Adversarios tan grandes y derrotados debieron ser reconocidos como fuerzas políticas, compartiendo con ellos el poder transitoriamente hasta su definitiva salida por vía de la razón, los hechos y el voto.  No fue así. Tuvimos que pagar primero con la dictadura de Pérez Jiménez al excluir a los sectores cercanos al Poder militar y luego con Chavez apoyado por los partidos de tendencia comunista, excluidos del famoso Pacto de Punto Fijo.

La protección a la institucionalidad como fundamento de la democracia fue uno de los aciertos, de aquellos que conocían y habían vivido en  carne propia  como nacía un tirano, encarnados en los de la generación del 28. Pero poco a poco se fue descuidando hasta perderse dentro de esas mismas organizaciones  que construyeron y  hacían alarde de su origen democrático,  pero en cuyos senos estaba la semilla del autoritarismo”nacional”, evidentemente no eliminado por completo, con la muerte, huida o exclusión de los dictadores.

Renovación

Hoy, Cuando vemos tan extraviada a la democracia que otrora disfrutamos con sus defectos y virtudes, surge la interrogante de cómo comenzó a irse y se nos escapó,como agua entre los dedos, la posibilidad de su desarrollo y perfeccionamiento.

En la búsqueda de la respuesta es necesario volver a mencionar a la generación del 28, en la que coinciden los líderes que enseñaron que se debía cambiar al país para el bienestar de todos, que le abrieron al  pueblo los ojos al progreso y le organizó en Partidos Políticos. Su posterior indiferencia sin embargo les convirtió en una elite desviada que, de espaldas a ese pueblo, quiso enquistarse en el poder, creyendo falsamente que el cheque en blanco que le habían entregado  en un momento, carecía de fecha de vencimiento.

Esa elite, como la que ahora pretende imponerse, irrespetó a su militancia y como borregos quiso utilizarla para sus intereses particulares. No permitió la renovación del liderazgo que ansiaban sus bases y que por derecho correspondía. Humilló su inteligencia al imponerle al caudillo adeco como contendor presidencial frente al joven Teniente Coronel y para vender una rectificación que ese pueblo sintió lejana, quiso moverlos a Irene y luego a Salas, como que si fuese una masa irreflexiva y sin sentimientos. Las bases siempre  deciden y en esa oportunidad decidió por un voto que aun nos castiga.

Vota afuera y obedece adentro.

En una reciente entrevista decía Hector Alonso Lopez: "El líder pasó a ser, no a quien más se respetaba, sino a quien más se temía", frase lapidaria y contundente que demuestra en su experiencia personal que es en el seno de los partidos dónde se desarrolló el autoritarismo y donde se perdió la democracia.

Como militante o como dirigente de un partido político no puedes pedirle a los electores que tienen que salir a votar porque es la vía pacífica de cambio, mientras en tu partido no se acepta el disenso, la libertad de pensamiento o la alternancia por elecciones internas.

La democracia del país se fue cuando se fue la de sus partidos políticos, pero no al mismo tiempo,sino como consecuencia de ello, cuando se obviaron a las bases y contra viento y marea se impusieron decisiones arbitrarias, y contra el deseo colectivo se escogieron a dedo, a oscuras, y en cogollo al candidato conveniente a quien ostentara el Poder de  la organización o el dinero y no al querido o electo por sus bases.

Es hora ya de reconocer la falla de origen, de hacer el mea culpa correspondiente, intentar sanar las heridas y volver a la vía democrática, que no solo es la participación en  elecciones.

Es necesario desde ya, hacer mas democracia... empezando por la que se le debe a los partidos políticos.



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